martes, 22 de septiembre de 2009

Miriam Lewin, la secuestrada que vio a Alicia Cabandié con su hijo en brazos

La periodista Miriam Lewin, ex prisionera en la ESMA, declaró hoy en el juicio por apropiación contra el policía federal Luis Antonio Falco. “Estando en la zona conocida como ‘capucha’ vi por primera vez a una madre reciente. Fue cuando le pedí a un guardia, alumno de la ESMA, que me llevara al baño, y él me autorizó a que me descubriera un poco los ojos”, relató.
“En el pasillo que unía ‘capucha’ con el sector del pañol grande, vi a una mujer de pie, rodeada de dos o tres chicas jóvenes, teniendo en brazos a un bebé con pelusita rubia. Ella aparentaba haber dado a luz hacía poco, el vientre y los pechos hinchados, y vestía un camisón largo azul. Una de las mujeres que la acompañaba estaba embarazada, era más alta y lucía una vincha o pañuelo en la cabeza. Me sorprendió tanto ver un bebé como una embarazada allí adentro, pero mis compañeras de cautiverio me explicaron que era usual”.
Lewin precisó que no todas las detenidas tenían derecho a contactarse con las embarazadas, quienes permanecían “en una habitación especial que daba a la Avenida del Libertador”. Sus compañeras también le contaron que a la mujer que había visto con el bebé le decían justamente “Bebé”. No supo hasta mucho después que era Alicia Alfonsín, la mamá de Juan Cabandié. Lewin dedujo, además, que la embarazada del pañuelo en la cabeza era Liliana Pereyra.
Secuestrada el 17 de mayo de 1977 en Crovara y General Paz, Lewin, quien por entonces tenía 19 años, cree que su cautiverio comenzó en la Comisaría Nº 44, adonde fue llevada con los ojos vendados y en el piso de un auto. “Luego me trasladaron a una casa operativa de Inteligencia de la Fuerza Aérea, que años más tarde pude identificar en Virrey Cevallos 632”, añadió.
Pasó diez meses y medio recluida en una pieza sin contacto con otros secuestrados. De allí fue llevada a la ESMA, donde primero estuvo en el sótano, en un cuarto de tortura, encapuchada y con la luz apagada. “Pero podía escuchar voces en el interior del cuarto –remarcó Lewin–, incluso femeninas, cosa que no ocurría en mi anterior destino”.
Del sótano la llevaron a ‘la capucha’, “donde había cubículos de madera en el piso, con colchonetas, y en cada uno de esos espacios, un prisionero”. Lewin pasó varios días en ese sitio hasta que el oficial Raúl Scheler, “Mariano" o "Pingüino”, la entrevistó en ‘la pecera’ y a partir de ahí comenzó a trabajar en el llamado ‘staff’, un grupo de secuestrados que eran obligados a hacer distinas tareas para los represores.
Meses después, Lewin tendría la oportunidad de relacionarse con otra embarazada, Patricia Roisinblit (hija de Rosa Roisinblit, vicepresidenta de Abuelas), a quien conocía de antes del cautiverio. También había sido secuestrada por la Fuerza Aérea y su esposo, José Manuel Pérez Rojo, había sido responsable de Lewin durante su militancia. Como las otras embarazadas, Patricia recibió de los marinos la cínica promesa de que el bebé sería entregado a su familia.
“Con respecto a la suerte del bebé que vi en brazos de su madre aquel día, me dijeron mis compañeras que no había permanecido mucho tiempo, al parecer se lo llevaron unos quince días después de su nacimiento”, detalló la periodista, quien especifícó que según sus cálculos lo vio “en los últimos días de marzo de 1978”.
El testigo Andrés Castillo, previsto para las 12, no se presentó. Restan, para la jornada de hoy, los testimonios de los policías Veyra y Lagorio.

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