miércoles, 16 de diciembre de 2009

Un represor y una apropiadora declararán como testigos en el juicio contra Falco

El próximo martes 22 de diciembre a las 10, en el Palacio de Justicia, Talcahuano 550, declararán el ex policía federal Jorge Mario Veyra y Beatriz Alicia Castillo, apropiadora de los mellizos Reggiardo Tolosa. En caso de que no se presenten ante la jueza María Servini de Cubría, serán llevados por la fuerza pública.
Veyra, viejo amigo de Luis Falco, se desempeñó durante 1976 en la Superintendencia de Seguridad Federal, donde incluso habría integrado el grupo de tareas de esa fuerza que operaba en la Capital Federal y Gran Buenos Aires (GT4). Antes de la dictadura, Veyra –alias “Pájaro loco”– fue uno de los responsables de los grupos operativos de la “Triple A”, con el grado de oficial.
En su testimonio, Juan Cabandié contó que Veyra (que hacía las veces de padrino de él y de su hermana Vanina) le regalaba revistas militares y uniformes de fuerzas especiales. “¿Cómo está mi cadete?”, era el saludo de Veyra cuando Juan, en séptimo grado, asistía a una academia preparatoria para el Liceo Militar. Según Juan, Veyra hacía gala de “cuántos estudiantes universitarios se habían cargado” en operativos durante la dictadura y llegó a justificar el genocidio nazi. “Cuando crezcas vas a saber cómo son los judíos”, le dijo.
Beatriz Catillo, por su parte, es la mujer del ex subcomisario Samuel Miara, quien fuera juzgado por el delito de retención y ocultamiento de menores de 10 años reiterado (dos hechos) en concurso real, ya que en mayo de 1977 inscribió como propios a los mellizos hijos del matrimonio compuesto por Juan Enrique Reggiardo y María Rosa Ana Tolosa, ambos secuestrados en febrero de 1977 y hoy desaparecidos.
De estos delitos, previstos en el reformado artículo 146 del Código Penal, resultó también coautora Castillo, quien no desconocía el origen de los niños e incluso simuló la continuación de un embarazo que en realidad había perdido, esperando le entregaran a los pequeños para así hacerlos pasar como propios.
Por estos crímenes, Miara fue condenado a la pena de 12 años de prisión, gozando de los beneficios de la libertad condicional luego de siete años y medio de cumplimiento efectivo. Su esposa recibió una pena de cinco años y seis meses de prisión, cumpliéndola en forma efectiva durante tres años.

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